Pepe pregunto sobre las personas en el cielo: “¿Por qué la gente asume que nos están cuidando desde arriba?”. Y Paula contestó muy seriamente, “porque justamente, ¡nos están cuidando desde arriba!”.
- Es muy obvio –afirmo ella. Dios es omnipresente pero se cansa. Cuidarnos y mirarnos a todos por igual no es cosa fácil. Es más agotador que crear el mundo en siete días y todos ya sabemos que al séptimo descansó.
Es un hecho: Dios también se cansa. Las pruebas están a la vista, o a la fe (como quieran llamarle). Por eso… justamente por eso, es que los seres queridos nos cuidan desde arriba.
Pepe no estaba convencido y ella aún así insistía:
- Cuando alguien muere y deja sus hijos en la tierra, Dios le ofrece la opción “cuidar desde arriba” no bien llega al Cielo. La cosa es muy simple: Dios es el padre de todos y nos cuida desde el cielo. Sin embargo, se cansa (ya lo dije antes). ¿Quién lo puede culpar por tratar de facilitarse el trabajo? Nadie. Al fin y al cabo es Dios.
En fin. Los padres que llegan al cielo funcionan como intermediarios. Cuidan a sus hijos, hacen reportes y hablan con Dios. Por decirlo de alguna manera, le filtran las cosas.
- Algo no está bien –interrumpió Pepe. ¿No eran todos los seres queridos? Solo hablas de los padres con hijos vivos. Es raro.
- Y sí, ¿Qué esperabas? –refunfuñó ella. Esto debe quedarte bien claro: la expresión “los seres queridos nos cuidan desde arriba” es una mera exageración de la realidad. No seas ingenuo. ¿Por qué todos los seres queridos, deberían pasarse la eternidad cuidando a los suyos? ¡Que cielo sería ese! ¿Quién querría ir al Paraíso a sufrir interminables preocupaciones? ¿Quién querría dedicar su retiro al cuidado de todos los que alguna vez quiso? O peor aún, de los seres que nunca quiso y le querían a él? ¡Nadie!
- Una mierda –acotó Pepe.
- Por eso. Uno no anda por la tierra cuidando a los hijos del vecino solo porque le caen bien. Si nos ponemos a cuidar al vecino, al verdulero del barrio, a la tía Alberta y al marido de Mariela, ¿Quién cuida a nuestros hijos?
- ¿Dios?
- No me estas escuchando –contestó ella bastante ofendida. Dios quiere simplificar las cosas. Si uno hiciera reportes a Dios de todos los que quiere, la cosa sería extenuante y los hijos quedarían relegados. La idea es que Dios se ocupe de todos esos estorbos.
Digamos que hay cosas que van igual en el Cielo y en la Tierra: el que mucho abarca, poco aprieta. Y eso también cuenta para Dios. ¿O te creíste todo el verso de la omnipresencia? Pffff ¡Patrañas!
- ¡Ta!, pero ¿qué pasa con las personas que tienen hijos malos? ¿Ellos también deben pasar la eternidad cuidando a los pollitos descarriados desde arriba?
- ¡No! Obvio que no. Si los padres han sido buenos y sus hijos nacen malos, no es culpa de ellos. Si fuera culpa de ellos, no estarían en el Cielo. ¿No te parece? El Cielo es para gente buena. Si esos padres están en el Cielo la maldad de los hijos es una falla divina y Dios se hace responsable. Por tanto, las cuentas corren por la casa.
Básicamente, Dios les pide perdón y les explica que sus hijos le quedaron fieros. ¿Me seguís? Ser Dios no es fácil y hasta Dios se equivoca. La diferencia es que lo afronta tal cual lo dicta la Biblia: pide perdón, reza y se exonera. Y como las fallas fueron culpa suya, los padres no tienen porque cuidar a los hijos desde arriba.
Si uno fue una persona buena en vida y aún así sus hijos salieron jodidos, Dios se hacer cargo de los inservibles. Al fin y al cabo, él es responsable de las fallas de producción.
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